A raíz de problemas en las líneas de ómnibus 8 y 131, que derivaron en protestas y paro, volvió a ponerse en debate la crisis del transporte de pasajeros, que de tanto en tanto muestra aristas preocupantes. Ahora el vicepresidente de los empresarios del área dijo que en el trimestre pasado bajó un 30% la cantidad de pasajeros transportados en colectivos y que hay varias situaciones que agravan la crisis que, de no ser atendidas, generarán que el transporte público en la Capital vaya a implosionar.
Esas situaciones son, básicamente, la situación económica que incide en que menos gente viaje; el costo financiero que asumen las empresas -según denunció el empresario- por los atributos del sistema único de boleto electrónico (la tarjeta SUBE); la falta de control de los sistemas de aplicaciones ilegales -el Uber se ha ampliado a Uber moto y eso diluye el sistema de transportes-; y, finalmente, los carriles exclusivos que -dijo- “se habían implementado con muchísimo éxito ya ahora están siendo invadidos y poco controlados”.
Todo ello incide en medio de un escenario de incertidumbre que se arrastra desde hace mucho tiempo y que ha tenido momentos en los que se ahondó la crisis con paros de choferes y con reclamos de empresarios por falta de fondos para mantener las unidades o renovarlas o para comprar repuestos o combustibles, además de los salarios del personal. El Gobierno provincial, cuando la Nación se desentendió de los subsidios, asumió el costo de la ayuda para el mantenimiento del sistema que se sustenta con tarifas determinadas por el Estado, así como los recorridos y los horarios y las compensaciones. También hubo una disminución de esas fuertes tensiones cuando la Provincia ayudó con la compra de 100 colectivos y la Municipalidad organizó el sistema de carriles exclusivos -que permitieron bajar costos y mejorar la frecuencia de los servicios-, y comenzó a mejorar el pavimento de las arterias por las que circulan los colectivos y el estado de las paradas.
Pero esas medidas han sido paliativos. El sistema es complejo, está dividido entre el servicio de la Capital y el del interior -interurbano y rural- y eso se refleja en las dos tarjetas cuya implementación, hace pocos meses generó no pocos inconvenientes a los usuarios. además, enfrenta una competencia fuerte con los transportes alternativos, similar a la que hace casi tres décadas se dio en el interior, donde los transportes públicos perdieron la batalla frente a los servicios ilegales, llamados “piratas” y los transportes rurales, que eran autos de gente común devenidos en remises precarios con apenas seguro contra terceros. En el medio, la diseminación de las motos como medio de transporte personal y familiar fue imponiéndose a lo largo de los años sobre el sistema público.
Las perspectivas no son halagueñas. Ni siquiera en un escenario donde desapareciera el transporte público se podría afirmar que la situación para los pasajeros vaya a ser mejor, porque la precarización que va dominando el sistema indica que ha de haber más inconvenientes y riesgos.
Convendría, entonces, que se intensifiquen los debates al respecto, a fin de que se puedan resolver soluciones en el corto plazo y políticas más amplias para el mediano y el largo plazo. Esto es definir cómo será la movilidad en los años que vienen en la capital y en la provincia toda.